A favor de la anticoncepción permanente

Esta entrada fue escrita el martes, 6 de julio de 2021, 52 días antes de que mi operación se llevara a cabo, y 57 días antes de que se publicara.

 

Hay pocas cosas que me den miedo de verdad. Miedo paralizante, que hace que no te puedas mover. Una de esas cosas, siempre ha sido la idea de tener un hijo.

 

En especial porque crecí durante la década de los 2000, que se caracterizó por tener unas pinches peliculitas como “Juno” o “Thirteen”, que más que retratar de manera “más o menos” realista cómo era ser un adolescente en aquellos años, solo escandalizaban a chicos y grandes sobre lo grande, malo y feo que era tener sexo antes del matrimonio, o fumarte un porro. Esas son producciones de Hollywood, pero acá en México siempre hemos tenido el castigo perpetuo: telenovelas transmitidas en horario estelar sobre la sirvienta pobre que queda embarazada de un mirrey cagalana. Sinceramente, ambos me parecen igual de reprobables. Si en ambos casos el espectador tuviera la capacidad mental para discernir cuando lo que está viendo es real, y cuando parece más una sátira, no tendría problema con que ese tipo de producciones se trasmitieran por televisión abierta. Pero yo soy del mismo país de donde la gente cree, sinceramente, desde lo más profundo de su corazón, que una mujer puede quedar embarazada por sentarse en una toalla usada previamente por un hombre. Por lo tanto, no puedo ver bien que pasen MÁS pendejadas como si no fuera a pasar nada.

 

Ahora, eso es creciendo. Pero, cuando de verdad llegué a esa edad, me di cuenta que los gringos vivían en otro sistema solar. De mis trece a mis dieciséis no tuve novia, ni sexo, ni nada. Si no estabas metido a un cierto círculo social, que era básicamente, uno lleno de pubertos que querían hacerse los grandes, fumando y pisteando antes de tiempo, podías llegar a cumplir dieciocho años siendo bastante “inocente”. De hecho, fue hasta los diecisiete que finalmente vi a una mujer desnuda, y dejaba que alguien me viera desnudo. Fue a partir de esa edad que me empecé a preocupar por eso: por el pensamiento constante, acosador, de que mi pareja estuviera embarazada, y que ninguno de los dos tuviera ni puta idea hasta que fuera demasiado tarde como para hacer algo al respecto.

 

En México, como en muchos otros países tercermundistas, el aborto es ilegal. De hecho, en muchos de los 32 estados de la República Mexicana, en caso de que una mujer tenga derecho a abortar por violación antes de los tres meses de gestación, se va a ver enfrentada a varios cuestionamientos, sobre cómo, cuándo, y donde ocurrió el crimen, para así asegurar que no está queriendo abortar el bebé de su pareja. Incluso si el personal del hospital queda “convencido” de que realmente la chica fue víctima de un crimen horrible, aun así se le trata como si ella estuviera haciendo algo malo, queriendo abortar al hijo de un violador.

 

El único lugar en todo México donde el aborto es legal es en el D.F (rebrandeado como “CDMX” hace algunos años), que es la capital del país. Esto es gravísimo, no solo porque hay víctimas de violación que son obligadas a tener hijos no deseados; también porque hay hijos de puta que realmente NO deberían de reproducirse, PERO, como el aborto está mal visto, porque no es lo que “diosito quiere” (como si las personas que dicen eso tuvieran una mínima comprensión de lo que alguien tan grande y eterno como “dios” podría llegar a querer o no), o porque sus papás odian y desprecian la idea de abortar, o porque tienen miedo a ir al infierno, pues tienen a su hijo, que ni lo quieren, pero lo tienen que mantener y “querer”, porque “es lo que dios me mandó”… básicamente, es por creencias religiosas que aceptan algo que pudieron rechazar por completo, pero se les hizo más “fácil” tragarse. Me gustaría comentar en este punto (ya que forma parte, hasta cierto punto, de lo que quiero decir) sobre las feministas radicales. El 8 y 9 de marzo del 2020 estuvieron jodidamente insoportables en redes sociales, pero luego el tema se esfumo rápido, porque días después, se decretaba en México la cuarentena “obligatoria”. Gradualmente, a lo largo del 2020, fueron volviendo a hacer tendencias pendejas en Twitter, y volvían a inundar feeds con publicaciones llenas de intolerancia política y paranoia injustificada. Pero si en algo estoy de acuerdo con ellas, es que el aborto debe ser legal y gratuito.

 

Si tu argumento en contra de esto es “el dinero de mis impuestos no debería de pagar la cachondez de una vieja puta”, pues la verdad, no sé si tú y yo vivimos en la misma realidad, porque yo pago ocho mil pesos al año por la tenencia de mi camioneta, y tan solo en tres meses, la he tenido que llevar al taller por culpa de las calles de mierda de Monterrey. El hecho de que pagues tus impuestos no significa nada si los pagas en tercer mundo. Es muy probable, y de hecho, lo más seguro, es que tu dinero termine en la cuenta bancaria de algún diputado en un paraíso fiscal. Así que, si como quiera el dinero no se va a usar para lo que queremos o necesitamos que se use, de perdido que pague algo que EN VERDAD sirva: no para otro pinche parque público con los mismos juegos de caucho que van a estar graffiteados a la semana de que los pongan.

 

Siempre he opinado que las personas que están en contra del aborto piensan de esa manera porque nunca se les ha roto un condón. Nunca les ha pasado un susto. O nunca han cogido con alguien solo por coger.

 

Te voy a proponer un ejercicio mental, para que te entretengas cuando vayas en el transporte público, o estés paseando por un centro comercial. ¿Nunca has visto a una pareja con una carriola, y has pensado que no tiene sentido alguno para que esas dos personas estén juntas y con un hijo? Yo lo veo muy, MUY seguido. Más seguido de lo que me gustaría, si soy muy sincero. Siempre se distinguen por ser dos personas con cara de “me está llevando la chingada”. Tengo la gran sospecha de que todas y cada una de esas parejas están juntas por la misma situación: no se conocían, cogieron en una fiesta, la chava salió embarazada, y para no abortar, se juntaron. O PEOR, se casaron.

 

Ahora, te pregunto a ti, que estás leyendo esto: ¿te parece algo normal? Ni siquiera te pregunto si piensas que es ideal. ¿Te parece algo LÓGICO? ¿Algo que alguien, en su sano juicio, en uso de sus facultades mentales, haría?

 

No se conocen, no se caen bien, no tienen nada en común. En lo único en que coincidieron es que querían coger.

 

¿Crees que ellos dos son la mejor opción para ser padres de un futuro miembro de tu sociedad? ¿Te gustaría que alguien criado por ellos le enseñara matemáticas a tu hermano? ¿O a tu propio hijo?

 

Y más importante aún: ¿crees que algo bueno pueda salir de esa situación?

 

El argumento por defecto es: “¿Y cómo podríamos saberlo si el chiquillo no nace? Hay que darle una oportunidad a la vida. Podría ser alguien que en verdad quiere salir adelante”.

 

Y lo que yo siempre siento ante ese pensamiento es repulsión. Tal vez la persona que haga esos comentarios no se da cuenta de la inmensidad que hay detrás de palabras que parecen tan simples. Proponen que dejemos nacer a un niño, y que lo dejemos crecer en un ambiente que NADIE puede predecir si será estable o no, y en el que pueden pasar muchas cosas: alguno de los padres se puede ir de la casa. Lo pueden golpear, abusar, abandonar, maltratar, descuidar, o perder. Pretenden que ese niño crezca confundido viendo a otras familias con dinámicas distintas y se empiece a preguntar la razón de que en su casa se le trate como se le trata. Y después de años de ese constante reto emocional, de carencias afectivas (por no hablar de las económicas), cuando ese chiquillo ya tenga edad, se va a esperar que actué de la misma forma en que actuaría una persona cuya concepción fue planeada, y creció en un ambiente ideal.

 

Yo tuve una infancia jodida, llena de golpes, maltrato psicológico y ausencia paternal. El hecho de que una persona coma todos los días y siempre tenga ropa para vestir, no significa que este bien a nivel moral. Yo siempre fui a escuela de paga, e igualito, al llegar a la casa, me golpeaban a puño cerrado en la cara y se subían encima de mí hasta que no podía respirar. Tenía ocho años. Por cierto, quien me golpeaba y abusaba era mi madre, por lo que yo sabría decir cuando una mujer miente frente a un juez para que no le quiten una pensión alimenticia, o cuando dice que todos son unos mentirosos menos ella, para que no la metan a la cárcel. Mi papá es el hombre más inteligente que conozco, y ni él pudo evitar casarse con una maltratadora de menores.

 

Todas estas razones han culminado en mi deseo por no tener hijos, y en mi decisión de programar mi vasectomía, hace poco más de una semana.

 

Tengo un par de años pensando en hacerme una vasectomía. La primera vez que lo platiqué con alguien, un grupo de amigos… algo cercanos, hubo dos reacciones inmediatas. La primera fue decirme cosas como “que joto”, “ya sabía que eras maricón”, “así empiezan los jotitos”, “luego te vas a querer hacer vieja/hacerte la jarocha y ponerte chichis”, y la segunda reacción fue decirme cosas como “te vas a arrepentir”, “no lo hagas, algún día vas a querer tener hijos”, “cuando tu pareja quiera tener hijos, te va a dejar por otro que si tenga huevos con qué dárselos”. Ninguna de las opiniones anteriores me parecieron puntos válidos, ni me importaron.

 

La anticoncepción es para personas de primer mundo, aparentemente.

 

Ya no me gusta platicar sobre este tema con nadie, ni siquiera personas muy cercanas a mí, porque nunca falta el pelotudo de mierda que sale con su opinión estúpida. La más reciente que me dijeron fue “uno tiene que tener hijos joven, porque yo conocí a un señor que nunca tuvo familia, y en las noches no se quería ir del trabajo, ya que no tenía a nadie esperándolo en la casa. Estaba solo como perro”. En todo caso, no se me ocurre una peor razón para querer tener hijos: por miedo a la soledad. Si tienes tanto miedo a estar contigo mismo, entonces no deberías estar con nadie más.

 

Fue poco después de esa plática, cuando me enteré que un hospital en Monterrey hacia vasectomías gratis todos los viernes: algo así como “ladies night” en los bares, pero para vatos. De inmediato marqué para preguntar cómo estaba el asunto, y me mandaron esta información.











No solo es el hecho de que sea ilegal abortar. La anticoncepción en general es algo casi de culto. Es rarísimo saber de una mujer que tenga un DIU, tanto que a la fecha, no he conocido ni una. Entre hombres solo está bien visto cochar con condón si “la morra es del pueblo”, para que no “se te caiga el pito”: de ahí en fuera, he escuchado weyes que le dicen a su pareja que si se pusieron condón, solo para que “deje de estar chingando”.

Nota de El País sobre mujeres encarceladas por abortar. Yo censure las fotos, por cierto.

Esto no va a mejorar, ni sé si se puede poner peor. No quiero saberlo. Prefiero cortar por lo sano, y por eso creo que este es el camino apropiado. Solo he querido tener hijos con una pareja hasta estas alturas del partido, pero fuera de ella, la idea me aterra. Y quiero dejar en claro, porque tal vez me esté leyendo alguien que cree que soy un amargado, que no odio a los niños. Soy el hijo más chico de tres, y siempre quise un hermanito menor cuando crecí. Siempre me he llevado muy bien con los hermanitos, primos o sobrinos de mis ex-parejas. Y sobre todo, me gusta mucho la imaginación e ingenuidad de los niños, porque es algo que solo se tiene al nacer, y conforme uno va creciendo, la imaginación va mutando, pero la ingenuidad nunca se recupera. Es muy divertido escucharlos hablar sobre cómo ven el mundo, porque para ellos, todo es nuevo, todo es gigantesco, ruidoso y fuerte.

 

Pero yo no quiero un hijo. Es por muchas razones, incluyendo mi infancia, lo que se espera de mí, la enorme responsabilidad de criar a alguien y que no sé cómo va a ser el mundo en el que le toque crecer. No sé si las leyes se van a poner más relajadas. Tal vez nos espera algo como “1984” de George Orwell.

 

Y si tuviera que responder a cuando me dijeron “te vas a arrepentir, cabrón”, respondería que no puedo vivir mi vida en base de hacer cosas serias o estupideces porque me vaya a arrepentir de hacerlas o no, en algún punto de mi futuro. Uno tiene que hacer las cosas por deseo o necesidad, más allá de eso, son inventos humanos.

 

Te recomendaría que pensaras en la posibilidad de tal vez, solo tal vez, buscar un método anticonceptivo. Si te vas a ahuevar a tener hijos, al menos espérate a ver si no va a crecer en una distopía. Cada día que pasa, la realidad se parece más a un episodio muy culero de Black Mirror.

 


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